Estancia El Huáscar (galpón)

En el interior de un gran galpón, que fuera albergue de animales de pedigré de la cabaña de toros Hereford que tuvo el establecimiento en tiempos del estanciero Cándido Techera, las paredes están pintadas de blanco y cruzadas longitudinalmente por una gran banda color azul-celeste, quedando como una gran bandera argentina que abarca todo el contorno del recinto. Y sobre estas superficies, como si fueran las distintas estaciones de la Pasión en las paredes de una iglesia, se ven de trecho en trecho otras placas de metal esmaltado, donde rezan versos al estilo criollo, a través de los cuales el patrón de la estancia exhorta a los empleados a trabajar con honestidad, dedicación y patriotismo. Estas sentencias son de este tipo:

Que ninguno haga sebo,
que eso es robar al patrón.
Y robar es un delito
y que roba es un ladrón.

(fuente: El país de las estancias, de Yuyú Guzmán)

Estancia El Huáscar (mástil)

Ya adentro de la estancia, en el cruce del camino de entrada con el que lleva a la casa principal, se levante un importante mástil, en cuya base también hay dos placas con inscripciones.


I

Estancia "El Huáscar" 1878- 1941

Se alza aquí, modestamente,
este altar a la bandera,
y a la patria se venera
trabajando honradamente.


II

Esta bandera ondulante
en esta estancia modesta
pone una nota de fiesta
en el trabajo constante.

(fuente: El país de las estancias, de Yuyú Guzmán)

Estancia El Huáscar (entrada)

En la entrada de la estancia El Huáscar, en el partido de General Lamadrid, hay dos pilares a manera de portada, uno a cada lado del camino, donde sobre originales placas de metal enlosado está escrita en letras azules la historia del fundador, y dice así:


I

Esta estancia fue fundada
por Don Cándido Techera,
cuando esto era la frontera
del contacto con la indiada.
Del malón amenazada
prosiguió la trayectoria
de su obra meritoria
y hoy, este establecimiento,
a modo de monumento
perpertúa su memoria.


II

Cuando llegó a esta región,
aún a merced del salvaje,
trajo el eco a este paraje
de la civilización.
Con su fe y con su acción,
desde el momento inicial
hasta la etapa final,
escribió en forma notoria
esta página en la historia
del progreso nacional.


(fuente: El país de las estancias, de Yuyú Guzmán)

Arizaleta

Aldea risueña trepada en las breñas de la Sierra Andía,
tus grises tejados se han escalonado por la serranía
y tu oblicuo suelo se empina hacia el cielo con melancolía.
Arriba la iglesia, abajo la fuente, la clara corriente
que a la luz del día lleva su alegría cautelosamente.
La verde montaña parece una extraña visión fantasmal
y el río naciente rueda en la pendiente de su lagrimal.
El simple labriego recorre la viña pues ya la vendimia está por llegar
y aquellos racimos soltarán el vino mejor del lugar.
Llega la cosecha, hay fiesta en el pueblo.
La grave campana suena en la mañana entre los viñedos
y el mozo y la moza con sus trajes nuevos
recorren de prisa, camino de misa, el largo sendero.
Hay mucha alegría y hay mucho contento,
rocío en las zarzas, perfume en el viento,
y allá en la manada la bella zagala
dice un padrenuestro.
Épocas lejanas de alegres mañanas que se lleva el tiempo.
¡Vieja Arizaleta, cuna del abuelo!
Cuesta abajo el valle, cuesta arriba el cielo.

Consejos para mi hijo

Debe el hombre trabajar
si ha de vivir en su ley.
Hasta el rey si es un buen rey
pone empeño en gobernar.
Que el hombre, para alcanzar
una dicha manifiesta,
no debe de fiesta en fiesta
gastar su fuerza en la tierra.
¡Para vivir en la sierra
debe repechar la sierra!

Lo que hoy no puedas hacer
debes hacerlo mañana.
Aunque sea de mala gana
a la huella has de volver,
recruzarla y retener
el rastro, como un sabueso.
Un premio tendrá por eso,
tu rebuscar diligente.
¡Cinco monedas de a veinte
valen lo mismo que un peso!

Las cosas deben hacerse
en el momento propicio.
No ha de tener beneficio
el que en ello no se esfuerce.
Nunca debe acometerse,
el trabajo con engaño.
A sí mismo se hace daño
quien siembra fuera de fecha.
¡Se malogra la cosecha
del que siembra a fin del año!

No se triunfa en la tarea
si no se conoce a fondo.
Cuando un paisano es redondo
la ignorancia lo manea.
Pero el que sabe... capea
la miseria a todo viento.
Y siempre le queda el aliento
para ganarse la torta.
¡Si el cuchillo no le corta
no puede sacar buen tiento!

Lo que vayas aprendiendo
No lo debes olvidar.
Tratá siempre de sumar
A la par que vas viviendo.
Bueno es que vayas sabiendo
que a la par de los consejos,
en la boca de los viejos
la experiencia se le ayunta.
¡Cuando las huellas se juntan
la aguada no está muy lejos!

Para triunfar en la vida
tiene uno que ser constante,
trabajador y de aguante
en la tarea emprendida.
No habrá jornada perdida
si en ella se pone afán.
A ninguna parte van
los que se quedan en casa.
¡El que la harina no amasa
no puede comer buen pan!

Los hombres, por la apariencia,
no se les debe juzgar.
Hay quien puede atravesar
desgraciada contingencia.
Tal vez en otra querencia
se comenten sus hazañas.
A veces fuerzas extrañas
motivan esos desvíos.
¡Las piedritas en los ríos
son rocas en las montañas!

Para conocer a un hombre
lo debés hacer hablar,
y en la mente has de guardar
Pago o estancia que nombre.
Poco a poco, no te asombre,
lo vas a tener filiado.
Al paisano que es callado
no debés juzgarlo a risa.
¡No se le ve la camisa
al gaucho que está emponchado!

No hagas juicios prematuros
con los hombres de tu trato,
que el hombre no es como el gato
que puede ver en lo oscuro.
Nunca te sientas seguro
de que sabés acertar.
Y de que es fácil errar,
alguna experiencia tengo.
¡Para saber si uno es rengo
hay que verlo caminar!

Una palabra o un gesto
suele tener importancia.
A la rosa, su fragancia,
la pone de manifiesto.
Cuando un hombre se ha propuesto
manifestar su querella,
el dolor le pone en ella
gracia y pena en equilibrio.
¡Un rayo de luz a un vidrio,
lo transforma en una estrella!

Nochebuena

Esta noche reunidos
de la lumbre a la vera
adonde las castañas
rechinan y se tuestan
quebrándose con ruidos
de bocas que se besan.
Reunidos en familia
mientras llega la cena
hemos de alegrarnos
tocando la vigüela
y festejando el triunfo
de la pasada siega,
que es toda una delicia,
que es toda una promesa.
Riamos esta noche,
feliz de Nochebuena.

¿Quién es que sin festejos
esta noche se acuesta?
No seremos nosotros, ni ninguno
que a nuestro lado medra,
que hoy es día de Reyes,
que hoy es día de fiesta,
y a nadie permitimos
que vaya a sus tareas.

Que vengan bailadores,
sonajas, panderetas,
la gaita, la ocarina,
la alegre castañuela,
que ya llega España
vestida de fiesta,
tocando la Jota
mejor de la tierra.
Que estamos en la noche
feliz de Nochebuena.

Y mientras se cocina
la mejor merienda
para hacer la noche
más corta y amena,
que cuente nuestro padre
aquella historia añeja
de cuando era joven
y amante de juergas,
de amores en las viñas
junto a floridas rejas,
de amores y navajas,
guitarras y peleas.

Que hoy cuente sus andanzas,
sus trances y verbenas,
por aquella España
de fecundas vegas,
de montes escarpados
que espantan y serenan
blancos en las cumbres
y áureos en las ladera
donde la mies del Coto
con el calor se encera.
Por aquella España
de trofeos llena,
hoy tierna y laboriosa,
ayer fuerte y guerrera.
Por aquella España
graciosa y esbelta,
la de los verdes valles
do triscan las ovejas
y cantan los baturros
canciones de la tierra.
La de los altos encinares
y rubias sementeras
de alegre mozaina
y alegres muchachuelas,
de viejos rezongones
y atrevidas doncellas,
como flores de lindas,
como flores de frescas.

Que hoy cuente sus hazañas
en la Carlista guerra,
su paso por la Francia
hospitalaria y buena,
su viaje a la Argentina
buscando la riqueza,
sus múltiples trabajos
sus muchas peripecias.
Su vida de hacendado
en esta hermosa tierra,
después... su casamiento,
más tarde... los hijos que llegan.
Luego sus afanes
por darles escuela
y diga con orgullo,
erguida la cabeza,
que no ansía más dicha
que ver sus hijos cerca
y ver cómo lo quieren
y ver cómo se empeñan
en alejarle todo
motivo de tristeza.

Riamos esta noche
feliz de Nochebuena.

Que cante nuestra madre,
del mundo la más buena,
los versos más alegres,
y que al poner la mesa
siguiendo la costumbre
legada por la abuela...
bendiga nuestras vidas,
bendiga nuestra cena
y bese nuestras frentes
como ella sola besa,
con su gesto de madre,
de Santa y de princesa.

No quiero que mis versos
a nadie enmudezcan,
que estamos de alegría
y lágrimas no cuelan.

En la espumante sidra
ahoguemos las penas.
dejemos los negocios,
dejemos las faenas.
Saquemos del armario
los panes y botellas.
Pongamos los manjares
mejores en la mesa
y la henchida bota
que duerme en la alacena,
que deje su guarida
y salga para afuera,
que esta noche de vinos y sidras
ni una miaja queda.

Cantemos y riamos
la hermosa Nochebuena
Que padre y madre bailen
su “Aurrescu” que en la
tierra lejana de Navarra
en noches de verbena,
inicia la jarana,
y comienza la fiesta.
Que suenen los “irrintzis”
tremantes de fiereza,
que vengan “versolaris”
y canten en pareja.
Que llore la dulzaina
sus lánguidas cadencias,
que hoy estamos en casa
sin pizca de tristeza
y estamos festejando
la alegre nochebuena.

Que hoy suene la Jota
que pone en las venas,
mucho de alegría
y algo de bandera.
Que canten los navarros
y bailen las mozuelas
y rían los ancianos
haciendo castañuelas,
y ensayen zapateos
destartaladas viejas.
Que venga abajo el mundo
y rueden las estrellas
que esta noche reímos
hasta que amanezca.
Que estamos en familia,
festejando la fiesta
que siempre festejamos
en la Nochebuena.

Luciérnaga

Latido que se hace luz,
vibración que se hace vuelo.
Luciérnaga de mis campos
anochecidos de ensueños.

Una estrella diminuta
caída sobre un sendero,
o una luz, que va trazando,
caminitos en el cielo.
Caminos de polvo de oro
como caminos de cuento...!

Quién pudiera como ella,
a esta luz que siento adentro,
encenderla en un latido
y dársela al universo.

Ser luciérnaga también
en mis noches, sin linderos.
Iluminar con mi luz
a mi propio derrotero,
y en la vibración del alma
alas dar al pensamiento,
hacer luz a mis ideas,
y pájaros a mis versos!

Latido que se hace luz...
vibración que se hace vuelo.

Arriero de Fantasías

Los campos de mis mayores
hace tiempo se vendieron,
por escritura... son de otros,
pero... por amor... son nuestros!

Suelo llegar a esos campos
por rastrilladas de ensueños,
a revisar el ganado
invernado en los recuerdos.

Tengo una llave maestra
que abre tranqueras al tiempo.
Y salgo de recorrida
en redomones de viento.

Galopo a los cuatro rumbos,
y la tropilla que llevo
le pone pulso a la noche
con el latir del cencerro.

Cruzo y recruzo los campos,
sin que se quiebre el silencio,
que, en chistidos, la lechuza
reclama a cada momento.

Mi poncho lo ha humedecido
y perfumado, el sereno,
y lágrimas de rocío
se deslizan por sus flecos.

Nadie sabe cuando parto;
ninguno advierte, si llego.

Por las estancias que cruzo,
los vecinos están ciegos,
y no saben, ni adivinan,
por qué aúllan los perros.

Los fantasmas de la noche
trabajaron de aparceros,
para formar a la tropa
que arreo, cuando regreso.

Ganado flaco de penas
que quiero engordar de nuevo,
en potreros de esperanza,
donde no existe el invierno.

Silencioso andar de sombras,
con una sombra por dueño,
y un destino... tan lejano
que se pierde entre los tiempos.

Andar... Andar en la noche,
bien entablado el arreo,
y ver cómo se dispersa
al madrugar el lucero.

La realidad nos alumbra.
¡Las jornadas se cumplieron!

Transparentes en la luz,
desensillan mis reseros.

Arriero de fantasías,
es el oficio que tengo.
Y para andar por la vida,
entre dormido y despierto,
hallar los vados del río,
y cruzar campos abiertos,
¡debo tener en la sombra,
por lazarillos, mi sueños!