Arizaleta

Aldea risueña trepada en las breñas de la Sierra Andía,
tus grises tejados se han escalonado por la serranía
y tu oblicuo suelo se empina hacia el cielo con melancolía.
Arriba la iglesia, abajo la fuente, la clara corriente
que a la luz del día lleva su alegría cautelosamente.
La verde montaña parece una extraña visión fantasmal
y el río naciente rueda en la pendiente de su lagrimal.
El simple labriego recorre la viña pues ya la vendimia está por llegar
y aquellos racimos soltarán el vino mejor del lugar.
Llega la cosecha, hay fiesta en el pueblo.
La grave campana suena en la mañana entre los viñedos
y el mozo y la moza con sus trajes nuevos
recorren de prisa, camino de misa, el largo sendero.
Hay mucha alegría y hay mucho contento,
rocío en las zarzas, perfume en el viento,
y allá en la manada la bella zagala
dice un padrenuestro.
Épocas lejanas de alegres mañanas que se lleva el tiempo.
¡Vieja Arizaleta, cuna del abuelo!
Cuesta abajo el valle, cuesta arriba el cielo.

1 comentario:

Unknown dijo...

Escrito por Rodolfo Hector Silverio Carrera. Mayo de 1937 en homenaje al 80 aniversario del natalicio de su abuelo Cipriano Marcalain